martes, 31 de mayo de 2011
La "Crisis del Pepino".
La crisis del pepino se agudiza de forma exponencial conforme avanzan las manecillas del reloj sin resultados claros. Mientras los técnicos del laboratorio gallego dilucidan si los pepinos se contaminaron en origen, muchos productores hortícolas malagueños están optando por una solución drástica: arrancar los cultivos. Con las fronteras de numerosos países cerradas a cal y canto, los agricultores malagueños entienden que no tiene sentido seguir cultivando unos productos que no van a tener salida en el mercado. Al tratarse de productos perecederos, aunque los resultados fuesen favorables hacia España, sería imposible restaurar la confianza en el consumidor y dar salida a los miles de kilos que ya se han acumulado.
Así las cosas, Benjamín Faulí, técnico de Frutas y Hortalizas de Asaja Málaga, continúa gestionado “la crisis del pepino” en Bruselas, donde ha pedido que se establezcan con urgencia unos fondos de compensación por el daño ingente que se está provocando a nuestros agricultores.
Cadena alimentaria
Concretamente, ha mantenido una reunión con Koen Van Dyck, jefe de Unidad de la DG Sanco, al que ha preguntado si la trazabilidad de los pepinos contaminados se está llevando a cabo en todos los eslabones de la cadena alimentaria, desde el origen hasta el consumidor, una cuestión que no ha sabido responder. “Está claro que desde la contaminación hacia el origen se están haciendo multitud de pruebas, pero ¿qué está haciendo hacia el punto de destino?. Todo el mundo sabe qué se está haciendo en España, pero desconocemos las pasos que se están dando en Alemania”, comentan los técnicos de la asociación agraria.
Los representantes de Asaja Málaga han dejado constancia en la Comisión Europea de la vulnerabilidad que tiene el sistema actual de alertas sanitarias, ya que si un país puede volcar todas sus sospechas gratuitamente sobre otro, de nada sirven los controles establecidos. “No basta con que la Comisión haga de testigo y observe lo que está sucediendo, tenía que haber actuado con mucha más celeridad. El asunto tiene unas consecuencias gravísimas y no podemos tolerar que ocurra algo así” sostiene Faulí, quien asegura que los parlamentarios europeos consultados se han mostrado siempre al lado de los productores españoles.
También han mostrado su solidaridad hacia los agricultores malagueños y almerienses un nutrido grupo de agricultores europeos con los que han mantenido contacto allí en Bruselas. “Están convencidos que el sector español tiene una calidad y fiabilidad incuestionable. Ellos también están indignados porque lo que hoy nos está pasando a nosotros otro día les puede tocar a ellos”, comenta Faulí.
Valoración de daños
Mientras, técnicos de Asaja Málaga intentan hacer una valoración de daños los más exacta posible, aunque de momento resulta imposible porque cada pocas horas se suman nuevos productos y nuevas fronteras. Por ejemplo, la patata se ha visto repentinamente sometida a un veto total, Rusia ha cerrado sus fronteras… productos y países parecen conformar una interminable lista que está abocando al campo malagueño a una ruina sin precedentes.
La parte positiva de todo este asunto, si es que hay alguna, hay que encontrarla en el mercado nacional, que apenas se ha resentido. “Estamos muy agradecidos a los consumidores españoles, que han hecho caso omiso de las alarmas creadas sin fundamento y que continúan consumiendo nuestros productos”, agradece Carlos Blázquez, presidente de Asaja Málaga.
lunes, 2 de mayo de 2011
Juguetes de Gamona
La gamona ha cedido a los antojos y caprichos infantiles al ofrecer un corcho suave y moldeable para ser transformado en elemento de juego: Pues la ventaja que tiene la gamona es esa, que era blanda, buena de trabajar y la queríamos pa´ eso, pa´ hacer juguetes1. Material virtuoso para el ensamblaje ya que puede ser atravesado con facilidad por chamizos, o picos de penca tinta, así como recibir cortes a placer para imitar las formas más variadas.
De la gamona hemos encontrado 19 usos lúdicos, en los que raíz, hojas, tallo y fruto aportaban recursos al imaginario infantil. En el caso de las hojas que nacen en la base de la planta se le sacaba juego: se coge una hojita verde de la gamona, partida a la mitad, se abría y quedaba como una hebrita blanca, te la pones aquí, entre los labios y silbabas, esta telita en el labio la hojita de tal manera que la parte verde de fuera pa´ dentro del labio y la telita blanca pa´ fuera y ya vibraba la tela2. Otros chiquillos recurrían a las semillas para jugar: las bolas de gamona hoy no se consiguen, las bolas de la gamona había que cogerlas verdes porque eran duras y después era a ver el más que atinara en el gongo, ese quedaba campeón, bueno campeón es que se llevaba todas las que estaban en el terreno3. El gamón servía de recámara o foquete juntándose varios muchachos alrededor de una fogalera: se pone la gamona al fuego y se daba contra una piedra y era un estrallo como un volador. Lo hacíamos pa´ jugar. La gamona la calentábamos al fuego y dispués le dábamos contra la laja. Sacábamos la gamona del fuego caliente contra la piedra, –¡tras!, ¡pum!, como un cohete. Se dejaba la gamona en la fogalera hasta que te parecía que estaba caliente. Se ponía la gamona en la llama de la fogalera, no eran brasas. No se quemaba la gamona porque estaba verde, la metía y la dejaba quieta allí, y cuando vía que se iba poniendo negra, ya estaba cocinada y antes de que estallara la piel le dabas contra la piedra, agarraba la gamona y le daba contra la piedra. Y si era grande la gamona se cortaba aquel trozo quemado y se volvía a poner. La gracia era que estallaba como un cohete y se hacía una fiesta... Cosa de muchacho, eso era la historia de antes4.
Dentro de las distintas utilidades que se le dio al gamón destacamos la de complemento necesario en la elaboración de tantos otros juguetes, concretamente los elaborados con penca para dotarles de un mayor realismo. Así, podíamos ver cómo los niños, cuando elaboraban sus camellos, les hacían una silla, un cango o un arado de gamón: El arado de gamona era jugar yo con él y se lo ponía al camello de penca, le hacía un cango al camello que es mejor pal arado5, o cómo priorizaban este material con respecto a otros: El gamón era mejor que la caña pa´ abrir la barriga al barco, porque eso es suavito y no rompe la penca, pero si le pones caña, al ser dura terminaba por romper, se rajaba la penca y no flotaba, no quedaba igual6.
Si hacía viento se podían utilizar los gamones para hacer el armazón de las cometas por lo flexible y ligero de sus varas: Las gometas también se hacían con palitos de gamón y las gometas eran con palos de gamón, eran grandes y llevaban una armadura con hilo carreto7. Se puede añadir como curiosidad que hasta la batata tenía utilidad: Eso nosotros como lo jugábamos, a veces, por estar escachando, bueno que lo escachábamos pa´ darle a las cabras y al estar exprimiendo eso, eso pegaba a las manos que era pegamento y nosotros lo utilizábamos pa´ las gometas y eso garra usted en un papel y lo pega, ¡pega el papel!8
Debemos apuntar la división sexual del juguete, que se imponía a la infancia a través de los juegos que eran considerados propios de niños y niñas, bebía de la división sexual del trabajo. En ella habían labores dentro de la comunidad agraria desempeñadas mayormente por hombres como podía ser arar y trillar con bestias, entre otras, y labores realizadas sólo por mujeres como era el cuidado del hogar y crianza de los hijos, etc., y que luego tendrán remedo en las diversas actividades lúdicas del niño y la niña. El juguete cumple así con la misión socializadora de imitación del mundo adulto, ya que no podemos olvidar que el juego y el juguete es la vida a pequeña escala, es su réplica: El juguete era eso la vida del campesino. Eso era más bien como cosas del campo9. Este juguete era un juguete de labranza y si los niños estuvieran como antes en la labranza, entonces aprendían también a jugar, porque es lo que estaba, es lo que había y entonces es lo que aprendía10.
Los juguetes de gamona están acreditados en la comarca del sur de Tenerife a través de testimonio oral desde principios del siglo XX, como nos informa D. María Reverón Pérez, nacida en 1900 en Aldea Blanca, San Miguel de Abona... y cuando chiquita, vías tú a los varones hacer sus molinitos de gamona -¡hombre, no había otra cosa!, ¡no había sino miseria!-. Aquellos eran los juguetes, ahora no.
Jugué a ser barquero
con barquitos de hojalata
en la mar de los charcos
que el sereno dejó al alba.
También jugué a ser cabrero
con burgados y piedras blancas
con un dedo hice un camino
con una piedra una montaña
con una vara de gamona
una mesa
una silla
una vaca
y en un catre de viento dormida
una caracola blanca
Juan Carlos Martín Tacoronte
Colonización de Guinea Ecuatorial
Guinea Ecuatorial:
Antes de hablar del África española y concretamente en la primera parte, de la Guinea Ecuatorial, es preciso fijar una serie de conceptos sobre la etapa anterior a la presencia española en aquellos territorios, y por consiguiente entrar, aunque sea someramente,en la situación de las distintas etnias que poblaban aquella región. Son tan escasas las noticias de rango historiográfico que se poseen sobre el tema, que para completarlas es necesario acudir a las fuentes de la tradición oral, transmitida por los propios nativos. Hoy día son varias las etnias que conviven en Guinea Ecuatorial. La más antigua, es la de los Bubis, que llegaron a la isla de Bioko en época imprecisa, aunque parece ya comprobado por las excavaciones realizadas, que sus asentamientos se remontan al s. VII d.C., según los datos del carbono 14; sería una civilización equivalente a un neolítico agrícola. Procedían, según unos autores, de la costa del Camerún, más o menos hacia donde está hoy Victoria; según otros, de la región de los Galoa, en el Gabón. Lo cierto es que de sus oleadas desembarcaron en la costa Sur (Ureka) la primera, tercera y cuarta, y la segunda en la costa Sureste (Riabba). A partir de entonces y hasta el s. XIV los bubis se extendieron por el interior de la isla, estableciendo poblados fijos y cultivando la tierra. Constituyeron distintas zonas étnicas que conservaron hasta hoy sus variantes dialectales del Bubi, la lengua común. Sin embargo, en su cultura son prácticamente uniformes, conservándose más puros en ella, los del Sur, aislados por los accidentes geográficos. Los primeros contactos con los europeos datan del s. XV, con la llegada de los portugueses, uno de cuyos navegantes, Fernando Poo dio su nombre a la isla.
[Pueblos Ndowe y Fang:]
En cuanto a los pueblos de la Guinea continental, encontramos dos grandes grupos: unos, que ya vivían allí en el siglo XIX y otros que llegaron en la última parte de aquél y principios del actual. Los primeros, pertenecientes al grupo Ndowe y los segundos al Fang. Unos y otros pertenecen al tronco lingüístico Bantú, pero se diferencian notablemente en sus respectivas lenguas. Etnicamente también difieren, hasta el punto de que hoy mantienen sus diferencias, a pesar de casi un siglo de convivencia. Los Ndowe se dividen en dos grupos, con lenguas diferentes: Ndowe propiamente dichos o Combe - según la nomenclatura de la época colonial- y Boumba, mas conocidos por Benga. Según las escasas noticias existentes, estos pueblos vivían ya a fines del s. XVIII en aquella región; sin embargo, algunos investigadores opinan que en el s. XV los Bengas estaban ya en la isla de Corisco, cuando llegaron a aquella zona los portugueses. Su habitat era la costa y vivían de la pesca y posteriormente del intercambio de mercancías con los europeos, así como de la venta de esclavos, procedentes del interior. Tanto los historiadores modernos como las tradiciones orales de los Ndowe, también conocidos por los españoles como "playeros" por su habitat, coinciden en señalar su origen en África oriental, hacia las fuentes del Nilo, emigrando después en dirección SO.junto al lago Rodolfo (hoy Turkana) atravesando Uganda, bordeando los lagos Victoria, Alberto y Eduardo (hoy Rutanzige) y atravesando el continente por la cuenca del río Congo o Zaire hasta llegar a la costa por el Gabón. Más tarde, acaso huyendo de las razzias esclavistas. se dirigieron hacia el N. llegando cerca del lago Chad, en cuyas sabanas permanecieron, descendiendo después por el actual Camerún, atravesando los ríos Sanga y Lokondje hasta alcanzar la playa, su definitivo asentamiento. En general los Combes quedaron en la costa N. de Guinea y los Bengas en el estuario del Muni y las islas adyacentes. No difiere mucho de este itinerario el que presentan las tradiciones de los Fang, (conocidos por los españoles como Pamues en la época colonial) aunque su recorrido fue muy posterior en el tiempo, de tal modo que su llegada a la costa es reciente e, incluso, viva hasta hace unos decenios, con pequeños desplazamientos de poblados y tribus. Solo la acción colonizadora, que estimuló el asentamiento en el terreno y el paso de la cultura recolectora a cultivadora, modificó el carácter errante de estas etnias. La diferencia con la ruta de los Ndowe es que los Fang llegaron directamente a la Guinea sin el desvío hacia el Chad que hemos señalado. Un tercer grupo lo constituirian unos pueblos hoy casi desaparecidos por haberse fundido con los ya citados, y son los que podemos denominar "semiplayeros" atendiendo a que su "habitat" estaba situado entre playeros y Fang. Lo constituian varias etnias, como los Bujeba o Bisió, los Balengues y los Baseques. Vivían en la selva y la oleada de los Fang los fue empujando hasta la costa, donde se asentaron definitivamente, mezclándose en parte con los Ndowe. Veamos ahora cómo se produce la llegada de los españoles a esta región ecuatorial. Aunque este hecho se produce casi tres siglos más tarde, su origen se remonta a los años siguientes al descubrimiento de América.
[Repartos entre Portugal y España:]
El papa Alejandro VI había repartido en 1493 el mundo por explorar entre Portugal y España, mediante un meridiano que pasaba a 1OO leguas de las islas Azores y de Cabo Verde.Portugal pretendía llevar esa línea a la altura de Canarias, con lo que se incorporaría la América Central y la Meridional y, por ello, disentía de lo establecido. Se entablaron negociaciones que tuvieron su remate en el tratado de Tordesillas, en 1494, mediante el cual Portugal consiguió correr la línea meridiana a 37O leguas al O. de Cabo Verde. Una de las zonas litigiosas a consecuencia de estos límites fue hasta fines del s. XVIII, la parte del Brasil limítrofe con lo que hoy es Uruguay. Portugal necesitaba incorporar a su territorio brasileño la colonia de Sacramento y la isla de Sta. Catalina y ofreció a cambio las islas de Fernando Poo y Annobón en África, así como la licencia para comerciar con la costa continental de Camerún y Gabón hasta cabo Formoso. Para ello se firmó un tratado en San Ildefonso de La Granja en 1778, entre España y Portugal. De ahí arranca el comienzo de la disparatada aventura que fue la expedición del Conde de Argelejo. Éste y su segundo, Joaquín Primo de Rivera, fueron enviados por España para tomar posesión de la nueva colonia en África. Partieron cinco buques de Montevideo con rumbo a la isla de Príncipe, colonia portuguesa, y hubo de todo: tripulaciones diezmadas por las enfermedades, recelos de las autoridades portuguesas, resistencia de los indígenas en Annobón, y por último una rebelión de la tropa y regreso de la expedición. Tres cuartos de siglo transcurrieron sin que España dedicara atención alguna a estos territorios, si se exceptúan los viajes de comerciantes y negreros con carácter privado y con algunas contribuciones de interés, como las memorias del médico Marcelino Andrés. También Moros y Morellón, profesor de Náutica hizo entre 1836 y 1839 tres expediciones al golfo de Guinea, publicando años después una interesante memoria. Al fin, en 1843 una expedición en el bergantín "Nervión", mandada por el marino Juan José de Lerena tomó posesión de la isla de Fernando Póo la cual, "de facto", había llegado a ser una colonia inglesa, al establecer allí la sede del Tribunal para la Represión de la Trata en 1828, fundando la ciudad de Clarence que después sería Santa Isabel. También, Lerena, tomó posesión de Corisco y de la zona costera de la desembocadura del Muni. En 1845 llegó a Fernando Póo otra expedición, ésta, dirigida por Manterola y presidida por el cónsul español Guillemard de Aragón, llevando como capellán al clérigo madrileño Usera y Alarcón. Poco duró también esta expedición, que ya iba preparada para colonizar, y que fue diezmada por la dureza del clima y las enfermedades. A esta siguieron otras expediciones, como las de los sucesivos gobernadores Chacón y Gándara que trataron de extirpar la influencia británica de tantos decenios, cuyo recuerdo seguramente influiría en el intento inglés de comprar la isla en 1869, con la anuencia de Prim; pero la opinión pública española rechazó esta proposición. A las notables exploraciones del marino Julián Pellón, cuyos valiosos informes se perdieron en las covachuelas de la Administración central, se sucedieron las de Iradier, Osorio y Montes de Oca, en la zona continental del Muni. Entretanto se había convocado la conferencia de Berlín (1884) que repartía entre las potencias europeas el continente africano, para lo cual era indispensable contar con establecimientos en las costas africanas. Por ello, España tropieza en Guinea con las ambiciones de Francia, instalada en el Gabón y de Alemania en el Camerún, hasta que el tratado de Paris de 19OO vino a poner fin a esta cuestión, reduciendo el territorio asignado a España a sus fronteras actuales. En medio del afán colonialista despertado por la Conferencia de Berlín, en España se plantea la polémica de si la colonia de Guinea debería ser de poblamiento o de deportación penal, como las inglesas de Australia; pero al final acabó por ser de explotación , siguiendo el modelo de otros estados europeos, aunque de verdad esta explotación económica no pudo llevarse a cabo hasta el siglo XX.
[Siglo XX:]
Por otra parte, al comenzar el nuevo siglo y tras el desastre de 1898 y la pérdida de las colonias de Ultramar, el gobierno español parece dirigir su atención a la colonia africana de Guinea y comienzan las expediciones de ocupación al interior del continente, especialmente con los gobernadores Ramos Izquierdo y Barrera (191O-1925), que consolidaron la presencia española en el territorio ocupado por los Fang. El régimen colonial planteaba en aquella época la escasez de derechos civiles para la población indígena; para suplir en parte esta carencia se creó en 19O1 la Curaduría que asumía la defensa de las propiedades de aquéllos, y las condiciones de trabajo. La complejidad de estos problemas impulsó la creación en 19O4 del Patronato de Indígenas, algunas de cuyas atribucionea se solapaban con la citada Curaduría, a la que por fin sustituyó en 1938. Se ha dicho que el Patronato era instrumento de explotación del nativo, pero si se examina detenidamente su gestión a través de los años, se comprueba que más bien fue una defensa - en algunos casos insuficiente - de los derechos de los indígenas, que las leyes coloniales habían mermado mediante la minoridad de edad jurídica, de la que solo se libraban los "emancipados", una minoría muy exigua y ya europeizada culturalmente. Al mismo tiempo, las misiones, en manos de los padres claretianos, se desarrollaban tanto en la zona insular como en la continental y en 19O5, la Prefectura Apostólica fue ascendida a Vicariato por la Santa Sede. La enseñanza, iniciada ya en el s. XIX y que había estado casi totalmente desempeñada por los misioneros, en 1928, comienza a ser compartida con la actividad pública estatal a nivel primario; años después se vería incrementada con un Patronato de Enseñanza Media y una Escuela Superior Indígena para formar maestros y funcionarios. A medida que avanzaba la colonización en la zona continental, se estimulaba la propiedad de terrenos mediante concesiones a particulares y empresas que implicaban la explotación forestal y agrícola. El cultivo del cacao empieza a tomar auge y obliga a que sea preciso traer a Fernando Poo mano de obra temporal, primero de Liberia, y posteriormente de la zona continental (Río Muni). Esta zona desarrolla después su producción de café y obliga a contratar braceros de Nigeria, que durante muchos años serán la base laboral de la economía agrícola y forestal del país.
[Guerra civil española:]
La guerra civil española afectó también a la colonia ecuatorial, aunque afortunadamente no trastornó la evolución normal del país. Al estallar el Alzamiento se hallaba allí de guarnición el crucero "Mendez Núñez" y como Gobernador General el republicano Sánchez Guerra. La marinería al tener noticia de la situación en España se puso de parte de la República y encarceló a sus jefes,probables partidarios del movimiento rebelde. El Subgobernador no aceptó la propuesta de sublevación que había triunfado en la isla y así quedaron enfrentados ambos territorios,después de un breve combate en el rio Ekuku. Cuando Fernando Poo recibió refuerzos de Canarias en el buque correo "Ciudad de Mahón", envió una expedición a Bata, que desembarcó después de cañonear al trasatlántico "Fernando Poo" convertido en prisión política, y que se hundió junto a la playa. Así quedó la zona continental incorporada con la isla a la jurisdicción del gobierno de Burgos. La necesidad de materias primas en los difíciles tiempos de la postguerra española y la II Guerra Mundial, obligaron al gobierno español a incrementar la colonización de Guinea Ecuatorial, que a partir de aquellos años inicia un despegue económico y social importante. A ello contribuyó la creación de trece Administraciones Territoriales que intensificaron la acción política y el desarrollo económico, favorecido por el auge de las obras públicas y de la sanidad; en cuanto a la enseñanza, ya hemos aludido antes a su situación. A pesar del alza del nivel de vida de los indígenas, comienza a detectarse una inquietud política estimulada por el contacto con los vecinos países africanos, abiertos ya hacia la independencia. En 1952 surge en la clandestinidad el partido MONALIGE, siglas del Movimiento Nacional de Liberacion de Guinea, acaudillado por Atanasio Ndongo, de la etnia Fang. Presionado el gobierno español por estas inquietudes y siguiendo el modelo portugués, España transforma la colonia en Provincia del Golfo de Guinea. Tres años después Acacio Mañé, hombre de gran prestigio y de ideología democristiana, muere asesinado en extrañas circunstancias, lo que exaspera a los movimientos independentistas. Por Decreto de 31 de marzo de 196O, la provincia se constituye en Región Ecuatorial, con dos provincias (Fernando Poo y Río Muni), cada una con su Gobernador Civil, su Diputación Provincial y su Procurador en las Cortes de Madrid. En 1964 es implantado un régimen autonómico con un gobierno presidido por Bonifacio Ondó y una Asamblea consultiva; el Gobernador General pasa a ser Comisario General. A pesar de estos arreglos de imagen, Naciones Unidas reclama en 1965 la independencia del país, para lo cual se convoca una conferencia constitucional, que se reune en Madrid en 1968, con asistencia de 47 miembros guineanos y los representantes del Gobierno y la Administración españoles. El texto de constitución aprobado en esta reunión y confirmado en las Cortes es enviado a la ONU que ordena supervisar el referéndum en Guinea. Este referéndum sería positivo y el 12 de Octubre de 1968 la colonia se convertía en una república independiente llamada Guinea Ecuatorial. [...] Autor: Carlos González Echegaray
Emigración Canaria a Venezuela
La emigración canaria a Venezuela:
[...] Desde el descubrimiento de América, enrolarse y buscar en el nuevo continente solución a las penurias que normalmente se sufrían en las islas -sequía, hambre, falta de trabajo...-, eran factores contundentes para lanzarse a la aventura. Si primero fue Cuba, Santo Domingo y Puerto Rico, más tarde fue México, Argentina, Uruguay y Venezuela. Tanto los monarcas como los representantes de España en América se interesaron por llevar canarios para establecer poblaciones adeptas a la Corona en las nuevas tierras. De allí salieron las expediciones apoyadas por España a San Antonio de Texas y algunos grupos de unas decenas de familias que formaban poblaciones en los despoblados territorios.
[Reparto de tierras:]
En Venezuela, a instancias del Marqués de Mijares, una treintena de familias canarias fundaron el actual Estado Miranda, San Antonio de los Altos, a pocos kilómetros de Caracas (unos 10) y tras deliberaciones con pobladores indígenas que reclamaban aquellas tierras, la justicia determinó que eran de los emigrantes traídos para su explotación. Curiosamente se constituyó una comuna, donde todos trabajaban para un fin colectivo, menos el cura, que se ocupaba de su misión religiosa. El reparto equitativo duró hasta que un día el dictador Juan Vicente Gómez quiso comprar tierras y fue imposible encontrar dueños. Posteriormente, a principios del siglo pasado, alguien necesitaba un préstamo y no encontró documento de propiedad de lo que venía explotando como terreno colectivo de los descendientes de aquella población que desde tiempo venían mimando como propiedad indivisa. Las ofertas de los dictadores, desde Páez hasta Cipriano Castro, Juan Vicente Gómez, etc., que reconocían por escrito que los canarios eran una población trabajadora, hacendosa y honrada, propia para cubrir la demografía del extenso territorio venezolano (1.000.000 de kilómetros cuadrados aproximadamente) fueron desoídas por la gente del Archipiélago, que prefería ir por libre y a la aventura. Por eso pasó Santiago de Cuba y de La Habana, de Santo Domingo y fue más allá, a La Guaira, el puerto de Caracas promisora, de la Venezuela feraz y de los cultivos de café y cacao, el puerto de contrabando de moda, hasta que llegó el establecimiento de la Compañía Guipuzcoana. Fue Venezuela el lugar de preferencia de tanto canario que salía a buscar fortuna. A tal extremo llegó el movimiento que cuando alguien faltaba un par de días por nuestros pueblos, se solía decir: "Otro para La Guaira". En el litoral central se quedaron muchos de los primeros emigrantes, ya que había terrenos para la explotación agrícola en los alrededores, muchos subieron a Caracas por el camino de los españoles, que cubría hasta mil metros de altura los cerros de El Avila, para entrar por La Pastora a la que vendría en llamarse por su buen clima y sosiego "la sucursal del cielo", nombre que compartía con el de "La sultana de Avila" y a la que más recientemente Arturo Uslar Pietri llamara "La ciudad de los techos rojos".
[Ocupaciones:]
Los canarios atendían la tierra y establecieron granjas de ganado y, posteriormente, acudieron a la industria -panaderías, queserías, molinerías...- También se dedicaban a las verduras, hortalizas y frutales, que si bien en un principio repartían los mismos cosecheros, luego se dio paso al isleño con su mulo y su carrito llevando por los barrios los más variados frutos de su cosecha. Una era de apogeo fue el segundo cuarto del siglo pasado, donde el reparto de variedad de productos y actividades hicieron famosa a la colectividad canaria, bien apodada "los isleños", que tomaron fama de gente honesta y laboriosa. No era, ni es lo mismo, para el venezolano, un peninsular que un isleño, y sus virtudes y sencillez le dieron la garantía de una buena acogida por los establecimientos de años que confiaron en darles tierras en arrendamientos, a medias o vendidas. Los primeros emigrantes se quedaban en puntos cercanos a La Guaira, lo que constituye el litoral central; luego fueron cubriendo zonas internas, como San Antonio de los Altos, los Teques, Cagua, y llegaron hasta los estados de Carabobo, Guárico, Lara, Yaracuy... donde todavía existen los mayores núcleos de población de ascendencia canaria.
Siglo XX:
Oficialmente se dice que la época de mayor emigración fue la década de los años cincuenta, y en especial para el canario que tuvo motivaciones especiales, terminada la Guerra Civil (1936-39). Comenzó la Segunda Guerra Europea, y terminada ésta, el bloqueo impuesto a Franco por las naciones vencedoras. Consecuencia de la marginación, se vivieron años trágicos y de incertidumbre en el Archipiélago y la válvula de escape, como tantas veces en épocas anteriores fue ir más allá, a la promisora Venezuela. El descubrimiento del petróleo, los nuevos precios obtenidos a través de países Exportadores de Petróleo (OPEP) y el optimismo que se respiraba en el país con un futuro prometedor, llevó una ingente cantidad de canarios a la tierra de Bolívar, que apenas tenía un siglo de independencia y fue meta de ilusiones y lugar donde se rehabilitó el isleño en trabajo e incluso hasta en fortuna, que si bien no era cuantiosa, fue la base de un progreso muy perceptible en Canarias con las ayudas del flujo de divisas a los familiares. Este hecho se notó en un resurgir de la industria de la construcción y en la reparación y mejoras de las viejas instalaciones agrícolas y viviendas. La década de los 40 había sido de difícil y acuciante salida de Canarias, problemas para obtener pasaportes y visados, imposibilidad de contratos... se superaron con la emigración clandestina. Casi sin documentos, hacinados en velero de corta eslora, forjaron las odiseas más increíbles de la emigración canaria. Las estadísticas señalan que en el año 1954 llegaron a Venezuela 74.000 emigrantes oficialmente, pero esa cifra era rebasada por los canarios que no iban contratados, sino como transeúntes, turistas o como simples visitantes y se quedaban en el país junto a padres y familiares, nacionalizándose para tener derecho al establecimiento comercial e industrial. Se cifró en aquellos años en más de 150.000 los canarios dispersos en todo el país hermano. La mejoría de Canarias y de España en la década de los 70, estimuló el retorno de muchos residentes de años en Venezuela, que se mostraba como un país sin los avances de décadas anteriores. Un descalabro económico sufrido a principios de los años 80 motivado por la devaluación de la moneda, colmó la incertidumbre del país más próspero de América. [...]
Juan S. Henríquez González
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Integración y participación canaria:
La presencia de los canarios en la llamada "Tierra de Gracia" se remonta a los primeros años de la llegada de los europeos. En primer lugar hay que resaltar la figura del herreño Francisco de León, precursor de la independencia en 1749, a raíz de una sublevación que se oponía al monopolio que, en comercio exterior, ostentaba la Compañía Guipuzcoana, cuyo bello y noble edificio, que recuerda la arquitectura insular, aún puede admirarse en el Puerto de la Guaira. Venezuela en el siglo XVIII tuvo una enorme prosperidad, lo que le permitió un desarrollo destacado, incluso en el terreno de las bellas artes, y tener una gran autonomía del Virreinato de Santa Fe, con una población en el año 18*8, según datos de Humboldt que comenta el historiador Guillermo Morón, de 900.000 habitantes, de los que 12.000 eran "blancos peninsulares y canarios". El monopolio comercial de la Real Compañía Guipuzcoana encuentra, desde su creación en 1728, un decidido rechazo, que se manifiesta "en sublevaciones como la de Andresote (1730-1732), en los valles de Yaracuy, y principalmente de Juan Francisco de León, en Panaquire, cerca de Caracas, que se alza con los campesinos y el apoyo de los hacendados, toma Caracas y casi da un golpe de Estado en 1749, lo que le convierte, por las razones que le mueven y a quienes le ayudan en un claro precursor de la independencia. De León murió en Cádiz en 1572 sin llegar a ver la independencia. El canario, en mayor o menor número ha sido un elemento importante en la conformación histórica de Venezuela. (J.J.Laforet)
"a nadie hoy se le esconde que esta gran Nación, Venezuela, desde sus primeros días, expresó el deseo de contar con Canarias en el proceso de su desarrollo económico. Así, cuando las heridas de la guerra de independencia eran aún muy recientes, esta república en forja puso su mirada hacia las islas Canarias, donde buscó y halló la comprensión y la colaboración de una población que, no sólo conocía y se adaptaba bien a su geografía, sino que necesitaba de ella para expandirse como pueblo, ya que las hermosas "Peñas Atlánticas también atravesaban uno de sus cíclicos malos momentos". (Vicente Alvarez Pedreira. Canarios en Venezuela)
"los naturales de las Islas Canarias podían trasladarse a este país con facilidad y grandes ventajas, porque su religión, idioma y laboriosidad, son medios ciertos y honestos y experimentados ya en nuestros fértiles campos". (Decreto de 12 de junio de 1831. Primera regulación oficial de a inmigración que hace Venezuela).
"el Gobierno de la República insistió en que fuesen del Archipiélago Canario los nuevos hombres cuyo sudor contribuiría a reanimar la vida nacional". (Dr.Rodríguez Campos. La libranza del sudor).
"generalmente el hombre que emigra lo hace siempre con la perspectiva de lograr en esa nueva sociedad lo que en su país de origen no puede alcanzar... Todo hombre alimenta secretamente el sueño o la utopía de una tierra prometida , de un lugar donde sin obstáculos, pueda llegar a ser lo que es o lo que cree ser, desarrollar su identidad cultural sin presiones". (Selim Abou)
"ese flujo de gente Isleña a las tierras venezolanas , que se había venido sucediendo sin orden ni concierto en los tiempos azarosos de la Conquista, toma un mayor incremento en las décadas finales del siglo XVII y primeras del siguiente. En 1681, por ejemplo, partía desde Tenerife una expedición de 54 familias con destino a Cumaná, y hacia esta misma ciudad salía otro grupo de 31 familias al año siguiente. Con destino a las costas de Caracas salía otra expedición pobladora en 1683, y hacia Maracaibo, Trinidad y La Guaira se apuntan en esos tiempos diversas emigraciones Canarias... aquella semilla sembrada en Panaquire se diluyó en el tiempo, se machacó en los soles de esa tierra brava, se mezcló con la sangre de otros hombres. Ya no hay Isleños, ni negros, ni indios, sólo los genes floreciendo en los recovecos de la sangre. Queda el nombre y el recuerdo de una historia fundadora, y de una gesta que ayudó a afincar la idea informe de una Patria". (L.G.Castillo Lara. La aventura fundacional de los isleños. Panaquire y Juan Francisco de León)
Según Rodríguez Campos entre 1830 y 1859 entró en Venezuela un contingente superior a las diez mil personas procedentes de Canarias. Tras la guerra civil española la emigración canaria toma un impulso tan grande que no pudo frenar ni la prohibición ni las graves dificultades legales para emigrar, junto con los medios de transporte vejatorios e inseguros, que costaron la vida a los integrantes de más de una expedición clandestina.
"sin pasaportes ni visas, ni medios económicos para realizar el viaje transoceánico, millares de canarios se arrojaron al mar en pequeñas y anacrónicas embarcaciones rumbo al Suroeste, con la esperanza de arribar a una tierra de promisión y libertad: Venezuela". (Díaz Sicilia.Al Suroeste la libertad)
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La dominación canaria (1812):
Entre los siglos XVII y XVIII fue grande la contribución de los isleños en la expansión y consolidación de la economía y sociedad venezolanas. Llegaron con la perspectiva de convertirse en cultivadores de autoconsumo, mercaderes o hacendados de grandes extensiones cacaoteras, cafetaleras o ganaderas. Los oficios y la mercadería (pulperos, bodegueros, arrieros, mercaderes, zapateros, carpinteros, herreros, albañiles, pintores) eran ejercidos por canarios ya que eran considerados ocupaciones innobles para peninsulares y mantuanos. Los privilegios estaban reservados a los blancos peninsulares (oficiales de la corona), los mantuanos criollos y a un reducido número de canarios hacendados. Tras los sucesos de 1810 se crea la Junta Suprema Conservadora de los Derechos de Fernando VII que defiende el poder real. El 19 de abril un golpe de mano depone al Capitán General don Vicente Emparán. El Cabildo caraqueño queda en manos de la oligarquía criolla y su política responde a los intereses de su clase: peninsulares, mantuanos y canarios ricos. Estos intereses eran: libertad de comercio, proscripción de la trata de blancos (no así la esclavitud) y el de restringir el derecho al voto sólo a los grandes propietarios. En un principio los canarios toman partido por el nuevo orden, ya que eran completamente hostiles al poder político y al control monopolista del comercio por parte de los representantes de la Corona. Sin embargo, la posición social de relegados y los intereses económicos de la gran masa de humildes canarios se enfrentaba tanto a la oligarquía criolla como a los comerciantes peninsulares (vascos en su mayoría). Por ello, los canarios de nivel social inferior se unen a las fuerzas contrarrevolucionarias. Los canarios ricos y poderosos continuaron fieles a la Primera República.
[Levantamientos tras la independencia:]
El 5 de julio de 1811 se firma el Acta de la Independencia de Venezuela. Entre el mes de julio de 1811 y comienzos de 1812 se producen varias sublevaciones de canarios contra el Gobierno de la Primera República; la mayoría de estos isleños desafectos son pasados por las armas y otros sufren severas prisiones. Entonces surge la ofensiva realista dirigida por un capitán de navío canario llamado Domingo Monteverde y Rivas. El grueso de sus fuerzas contrarrevolucionarias está integrado por canarios, pardos esclavos libres. Partió desde Coro y reconquistó fácilmente el territorio en manos de los republicanos al firmar el Generalísimo Francisco de Miranda la Capitulación. Conquistado el poder, la primera medida de Monteverde es nombrar como asesores a una serie de paisanos, en su mayoría resentidos y con ansias de revancha hacia los poderosos mantuanos y ricos peninsulares. Algunos, como el eminente médico Antonio Gómez, hijo del ilustrado granadino José Antonio Gómez y de una grancanaria, apoyó en un principio a la Primera República; luego, resentido y con una incontenible sed de venganza, fue el mayor instigador de la represión que ejerció el gobierno de Monteverde en un año terrible (1812), conocido en la historia de Venezuela como "la dominación canaria". Cometieron toda clase de desafueros con los patriotas, sus familias y propiedades. Para la época, Caracas se convertiría en el centro económico y político de la provincia. [...] La Candelaria fue el barrio periférico en el que preferentemente se fueron asentando los isleños desde el último tercio del siglo XVII. Allí edificaron la ermita que le da nombre, más tarde convertida en parroquia y en símbolo de todo lo canario. (Javier Díaz Sicilia)
Emigración a Cuba
Emigración canaria a Cuba:
La emigración canaria a Cuba fue cuantiosa y sostenida, tanto que puede considerarse una de sus principales raíces culturales y etnográficas. Hoy no es raro el canario que tiene familiares en Cuba, y menos raro el cubano que lleva un apellido guanche. Porque los descendientes de aquellos emigrantes canarios del XVII poco tardaron en considerarse cubanos de pura cepa. Después de 1882 llegaron al continente americano más de tres millones y medio de españoles. Las fuentes españolas reflejan un cifra menor debida seguramente a la emigración clandestina para eludir el servicio militar o por la falta de documentación en regla. Después de considerar los retornos la pérdida final de población apenas supera el millón de habitantes. Entre 1835 y 1850 Macías Hernández considera que al menos 50.000 isleños emigraron, de los que casi un tercio se dirigen a Cuba. Si el censo de 1846 recogía la presencia de 19.759 canarios en la Isla, el de 1862 los eleva a 45.814, a pesar del descenso en la corriente emigratoria canaria a partir de mediados de siglo. Nuevamente reactivada a fines de la década de los setenta, más de 60.000 canarios emigraron hasta el inicio de la guerra de independencia cubana. La diáspora se prolongó en los primeros decenios de la centuria, hasta que en la década de los veinte se produce una inversión de la corriente, superando los retornos a las salidas. Si Cuba fue el principal destino canario, esta realidad adquiere más fuerza cuando hacemos referencia al emigrante palmero. En el bienio 1913-1914 Cuba acogía entre el 84,9 por 100 y el 87,3 por 100 de los emigrantes salidos por el puerto de Las Palmas, entre el 87 y el 87,2 por 100 de los que parten de Tenerife y entre el 99,2 y el 99,9 de los que embarcan en Santa Cruz de La Palma. De los 4.677 pasajeros considerados como emigrantes que parten en 1914 de Canarias, un 40,5 por 100 lo hacen del puerto de Tenerife, un 31,6 por 100 de Las Palmas y un 27,9 de La Palma. Para 1915 la cifra se elevaba a 6.713 pasajeros, pero los porcentajes habían variado: un 38,4 por 100 tienen como punto de embarque Tenerife, un 44 por 100 Las Palmas y un 17,6 por 100 La Palma. Las condiciones de emigración del común de los españoles fueron muy diferentes de las de los canarios. Tras "pacificar" las islas, y en prevención de posibles rebeldías, los Reyes Católicos ordenaron el traslado de grupos de población nativa guanche a las nuevas colonias de América. En lugar de llegar como colonos o soldados, los isleños, como se los conoce en Cuba, lo hicieron como mano de obra para las plantaciones de caña de azúcar. Los pobladores de Cuba de origen canario llevaron consigo sus devociones tradicionales. Así, el culto a la Virgen de la Candelaria, surgido en Tenerife en el siglo XIV, inspiró la construcción de una ermita en Guanabacoa. Los propios canarios fueron quienes, en el siglo XVIII, la convirtieron en la hermosa iglesia de Santo Domingo. La influencia canaria en la cultura cubana actual es muy notable. A ella se debe la pronunciación peculiar del castellano en Cuba, y la preferencia por formas poéticas como la décima campesina. La improvisación, el punto guijarro o "repentismo", una persistencia de las fiestas campesinas o guateques y las famosas parrandas o Charangas. En ciertos lugares ha sido especialmente destacado el papel de los inmigrantes canarios. Entre ellos: Güira de Melena, Jaruco, Matanzas, San Juan y Martínez en Pinar del Río, Cabaigüan de Sancti Spíritus, Guanabacoa, San Cristóbal de La Habana, Jesús del Monte, Santiago de las Vegas, Bejucal, Santa María del Rosario y Remedios. Familias enteras y sucesivas generaciones pudieron emigrar a Cuba. Para ellos, el mar, más que un elemento de separación, lo ha sido de unión. Eran intereses más de tipo familiar o social lo que les movía en esta aventura. Los canarios fundaron las ciudades de Matanzas, Vuelta Abajo, Sagua, San Carlos de Nuevitas, Manzanillo y Santiago de las Vegas. Entre los canarios ilustres se encuentra Leonor Pérez, la madre de Martí, que ha dado nombre a la Asociación Canaria de Cuba. La emigración canaria constituye una de las facetas más destacadas en la historia insular. La significada aportación de los habitantes de Canarias al acervo sociocultural de las tierras americanas queda fuera de toda duda, pues varias generaciones de isleños cruzaron el Atlántico rumbo a América. Este desplazamiento secular y su integración en los diferentes países receptores constituyó un elemento importante en la configuración social canario-americana.
Emigración femenina:
Las mujeres conformaron también un grupo migratorio importante, sin embargo, la historiografía ha desestimado la emigración femenina, aunque ocupó un papel especial y desempeñó un mito entre las mujeres que sufrían las penurias económicas de la época. Se trataba de mujeres jóvenes, en su mayoría solteras que buscaban un acomodo y un bienestar que no les ofrecía su tierra. En general, se trataba de personas con capacidad laboral plena. El bajo nivel cultural y su origen humilde caracterizaban su status social, marchaban para probar suerte con el deseo de mejorar sus condiciones socioeconómicas.
Éxodo de isleñas:
Según informa las estadística de emigrados con especificaciones del sexo, para el siglo XIX , de un total de 23.592 personas, 6.880 eran mujeres y 16.712 eran hombres. Tales cifras representaban un 29.16 por ciento de mujeres frente a un 70.83 por ciento de hombres. Aunque el número de emigrados fue significativamente superior a las emigradas y numéricamente la emigración masculina equivalía a más del doble de la femenina, si se compara con la emigración de la España peninsular o con la de otros países de tradición migratoria resulta bastante elocuente el éxodo de las Canarias. Especialmente si tenemos en cuenta que para el caso cubano hubo migraciones exclusivamente masculinas, como fue el caso del pueblo chino. Asi por ejemplo, entre 1818 - 1839 de un total de emigrantes de 21.184, el número de mujeres fue 5.971, lo cual representaba el 28,18 por ciento. Entre 1832 - 1845 la salida de mujeres con destino a Venezuela, representó el 36,54 por ciento del total de los adultos emigrados. El caso de Uruguay entre 1840 - 1844 supuso el 41,3%. Asimismo la presencia de mujeres isleñas en Cuba ascendió en los años 1846 y 1860 según reflejaron los censos cubanos.
También hubo emigración clandestina femenina, que burlando los controles oficiales llegaban de manera ilegal a los países hispanoamericanos. La participación femenina se incrementó a lo largo del siglo; igualmente, aumentaron los grupos familiares donde, indudablemente, la presencia de las mujeres era un hecho. En cuanto a su nivel cultural, las mujeres ofrecen un porcentaje más alto de analfabetismo que los hombres, con lo cual queda patente el alto saldo de analfabetismo femenino. El perfil cualitativo de las isleñas que emigran para América revela un alto porcentaje de iletradas. Se trata de población adulta que nunca asistió a la escuela primaria, que participó poco en ella o estuvo mal escolarizada. La emigrante no marcha para mejorar su condición cultural, sino buscando una salida socioeconómica, intentando superar el mal endémico de crisis agrícolas continuadas y las escasas expectativas que le ofrece su terruño.
Tráfico de Mujeres Canarias:
Las isleñas, ilusionadas con la esperanza de alcanzar la posición socioeconómica que su tierra natal le negaba, eran víctimas de las especulaciones de quienes se dedicaban al tráfico del género humano. En efecto, resultó un lucrativo negocio trasladar mujeres canarias a Cuba, pues muchas fueron engañadas por la compañías de embarque, ofreciéndoles falsas expectativas laborales. En ocasiones, ante las escasas alternativas laborales, la mujer isleña de forma voluntaria trabajaba como prostituta. Es cierto que la mayor parte de las veces por engaño y las menos por su propio consentimiento, las isleñas eran destinadas a la prostitución. Además muchas de ellas fueron vendidas como esclavas, subastadas como mercancía, en el muelle de la habana y destinadas a los prostíbulos tanto de la capital como del interior, con lo cual se practicó la trata de blancas. En 1855 el secretario de la Junta de Fomento de La Habana denunció que "se ven muchachas que ni noción tienen de sus deberes religiosos y que, según todas las apariencias, darían nuevo alimento a la prostitución de Canarias tan abundante es estas islas". La contratación de mano de obra isleña era rentable. La explotación de las mujeres canarias como prostitutas en Cuba se podría considerar un sector de ocupación fundamental en el siglo XIX y en primeras décadas del XX. En 1855 estaban registradas en La Habana 200 casas de prostitución con un total de 651 meretrices, el 90% mujeres de color, extranjeras, peninsulares y canarias. Así lo confirma el historiador Hugh Thomas, indicando que en los burdeles en La Habana trabajaban muchas mujeres canarias. Sin duda, el tráfico de mujeres canarias y su explotación sexual en América fue una realidad, siendo víctimas de las especulaciones del género humano. No obstante, otras mujeres a través de la emigración mejoraron su situación socioeconómica. El esfuerzo laboral y la capacidad de ahorro se tradujo en un aumento del nivel adquisitivo y por lo tanto en un ascenso en el grado socioeconómico. Así superaban el estadio de pobreza y miseria que generó la crisis económica en la que se vio inmersa Canarias, pero raras veces se refleja en el incremento del nivel cultural.
Teresa González Pérez, Catedrática de la Universidad de La Laguna
Publicado en La Opinión (19/05/02).
"Abandonaremos nuestra Patria y nuestra parentela porque ha dominado nuestra tierra un dios estéril". (Códice nahualt)
Me voy porque la tierra, el pan y la luz ya no son míos. (León Felipe)
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