martes, 29 de marzo de 2011
A 60 años de la primera bomba atómica.
A las 5:29 de la mañana del 16 de julio de 1945, en el desierto de Nuevo México, Estados Unidos, detonó la primera bomba atómica en la historia de la humanidad, "y fue como si el mundo entero se encendiese", recuerda Daniel Yearout, entonces un soldado y uno de los pocos testigos del hecho que aún vive.
"Sabíamos que el mundo no volvería a ser igual", dijo Oppenheimer.
Yearout recuerda específicamente el día de la prueba: "Vi una gran luz que me impactó y cuando recobré mis sentidos me encontré acostado en el suelo, de espaldas a donde provenía la explosión. Puse mis manos sobre los ojos para ver y podía ver los huesos de mis dedos, era como una radiografía".
"Además pude escuchar un gran rugido y sentí que la tierra temblaba. Luego vi una gran bola de fuego levantándose en el cielo, que se hacía cada vez más grande. Todos simplemente nos quedamos ahí, viendo", apuntó.
La prueba representó la primera bomba atómica que se construía "exitosamente", como resultado de un trabajo efectuado por un equipo de científicos liderado por J. Robert Oppenheimer.
Cuando se le preguntó a este científico qué pensaba luego de que se detonó la bomba, Oppenheimer optó por citar su poema hindú favorito, "El Bhagavad-Gita": "Me convertí en la muerte, el destructor de los mundos".
Luego señaló: "Sabíamos que el mundo no volvería a ser igual".
Menos de un mes después, el resultado del trabajo científico de Oppenheimer y su equipo cayó dos veces sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki, dejando un negro legado que aún se recuerda hoy.
¿Por qué?
En 1939, en tiempos de la Segunda Guerra Mundial, el físico danés, Niels Bohr, advirtió a Estados Unidos que científicos alemanes trabajaban para separar el átomo, es decir en los primeros pasos para construir una bomba atómica.
Estaba asustado en ese momento. No sabía lo que estaba pasando.
Daniel Yearout, entonces un soldado y testigo de la prueba.
Las implicaciones de este evento impulsaron al entonces presidente estadounidense Franklin Delano Roosvelt a crear el llamado Proyecto Manhattan, cuyo objetivo principal era claro: construir un arma de destrucción masiva primero que los alemanes.
Oppenheimer fue el director de esta investigación, que empezó en algunas universidades de Estados Unidos -como Columbia y la Universidad de Chicago- hasta que se trasladó a un laboratorio en Los Álamos, Nuevo México.
Los Álamos se convirtió en un pueblo secreto dentro de la geografía del país, con unas 8.000 personas entre científicos, ingenieros, técnicos, secretarias, personal militar y las respectivas familias.
Todos los habitantes "desaparecieron" del mundo durante el tiempo de las investigaciones y crearon su propia comunidad, en donde cada quien tenía su rol.
"Fue el secreto mejor guardado que haya existido jamás", considera Yearout.
Recuerdo luminoso
En una entrevista con Kathryn Westcott, de la BBC, Daniel Yearout recuerda lo que para él fue un día inolvidable.
A tempranas horas del 16 de julio de 1945, a los efectivos de la tropa presentes les dijeron que subieran a una colina en la zona de la prueba, ya que era "el lugar más seguro para estar". Ello causó aún más confusión entre los soldados quienes no sabían que era lo qué se iba a realizar.
La bomba generó cuatro veces el calor del interior del sol y se pudo ver a más de 350 kilómetros de distancia.
"La prueba estaba pautada para las cuatro de la mañana, pero hubo un retraso por el mal tiempo que hacía", indica.
A las 5:30 de la mañana todo fue luz.
"Estaba asustado en ese momento. No sabía lo que estaba pasando. Recuerdo a alguien con una cámara que filmaba la explosión en la misma colina que gritaba incesantemente que era la mejor toma que había hecho jamás. El sólo se interesaba por la filmación y yo pensaba si saldríamos de ahí con vida o no", relata Yearout.
La bomba generó cuatro veces el calor del interior del sol y su luz se pudo ver a más de 350 kilómetros de distancia. Sin embargo, la única información oficial que se dio a conocer a los medios locales, fue que un depósito de municiones había explotado por accidente.
A miles de kilómetros de distancia, al otro lado del océano Atlántico sí se informó que había pasado.
El entonces presidente estadounidense, Harry Truman, se encontraba en Potsdam, a las afuera de Berlín, y recibió inmediatamente el mensaje codificado que le comunicaba que ya tenía bomba atómica.
Así lo supieron los japoneses menos de 30 días después, cuando el mundo entero fue testigo de la nueva creación.
Hoy, 60 años después, todavía existe controversia sobre el "éxito" de este "avance" científico. Incluso algunos de los que participaron en el proyecto posteriormente se incorporaron en campañas contra las armas nucleares.
Sólo que el daño ya estaba hecho.
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