martes, 1 de marzo de 2011
Volcán Teneguía
Parece que el palmero es más campesino que pescador. El mar está lejano, abajo, y las poblaciones arriba, en los pequeños valles, laderas y barrancos. Quizás nos quede algo del temor, porque desde el mar venían más cosas malas que buenas, piratas y aventureros que durante siglos hicieron estragos a bienes y personas. Por eso las poblaciones históricas se confunden en los valles entre montañas y, por el contrario, los dos puertos principales el de Santa Cruz de La Palma y el de Tazacorte estaban flanqueados por castillos armados contra el invasor. No obstante, en verano, el palmero busca la frescura y el yodo del océano atlántico. En toda la costa de la isla, en sus pequeñas calas o peñascos, se alzan hoy pequeñas construcciones de veraneo y de refugio de las artes de pesca. A finales de los años sesenta en la playa del faro de Fuencaliente, Francisco González, construyó con sus propias manos una chabola, de madera y cartón, donde pasaban la temporada con su familia. Eran las tres de la tarde del 26 de octubre de 1971, cuando de nuevo el magma profundo y adormecido buscó la superficie de la isla, nacía el volcán Teneguía. Francisco González Pérez, alias Pancho Casimiro, se encontraba en la playa terminando el piso de cemento de su chabola. Cuando explotó el volcán lo fueron a buscar tenía que salir de allí.
Recogió lo que pudo y abandonó el lugar. La lava empezó a correr ladera abajo en busca del mar. En la misma punta geográfica de la isla le esperaban, inmóviles pero erguidos, el faro construido en 1899, las salinas marinas, y las chabolas de la playa. De nuevo los palmeros miraron al cielo y rogaron. La hija de Francisco González, Zoila, elevó una plegaria singular: "no te lo lleves, no sepultes para siempre el faro de navegantes, ni las salinas, ni la chabola que construye papá". Sus oraciones fueron escuchadas y a pocos metros la diabólica lengua de lava se paró respetando las súplicas de su oración. El 19 de noviembre empezaron a decrecer las explosiones y el derrame de lava, la calma volvía a la isla. El volcán había arrojado 40 millones de metros cúbicos de magmas, ocupando el derrame de lava unos 2.200.000 metros cuadrados, de los cuales unos 300.000 se introdujeron el mar. Creció la isla. Era el momento de continuar el trabajo de la chabola a la que pintaron de rosa (hoy descolorida continúa en pie con el nº 14) y, lo más importante, cumplir promesas por la intervención divina. Francisco González construyó una hornacina, justo donde se paró la lava, y su hija Zoila colocó una imagen de la Virgen de Candelaria sobre un pedestal de piedra del volcán. No parece casual haber elegido esa advocación de la Virgen, que sostiene en su mano una candela luminosa, porque refrenda el dicho popular de "fuego con fuego se combate", que se vio una vez más cumplido. Hoy vecinos y foráneos se acercan con devoción a depositar flores y monedas a los pies de esta Virgen en ese lugar sagrado levantado para gloria de la intervención divina en el volcán Teneguía. La familia que hizo la promesa cuida su mantenimiento y con el dinero, depositado por anónimos devotos, han abierto una cuenta bancaria, con el que le han puesto una puerta de hierro y la enlucen cada año. La prensa insular el 23 de noviembre de 1971 titulaba: "El volcán continúa en profundo sueño" y anunciando que para el día siguiente se celebraría en la parroquia, de San Antonio Abad de Fuencaliente, una misa concelebrada en acción de gracias, concluyendo con: "Los evacuados regresan a sus hogares y el pueblo renace a su paz perdida bruscamente".
P.D.:Tomás está ahí en la izquierda...jajajajaja
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario