martes, 1 de marzo de 2011
Volcán De San Juan
Amanecía el día 24 de junio de 1949, El Paso se preparaba para celebrar las fiestas del Sagrado Corazón. Era, además, el día de San Juan, en cuya víspera las tradicionales hogueras salpicaron el valle de Aridane en presagio de fuego. A las 8,30 horas se produce una explosión en lo alto del valle, en la montaña de Nambroque los primeros humos fueron confundidos con un incendio forestal, hasta que sobre las 11,00 horas ascendía a unos 200 metros de altura y las gentes de El Paso, al salir de los oficios religiosos, lo miraban desde la plaza Manuel F. Sosa Taño.
Acababa de nacer un nuevo volcán. Eran otros tiempos y otras gentes las que vieron derramar fuego ladera abajo en busca del mar. Geólogos, periodistas, cámaras de cine y de fotografía captaban y estudiaban el volcán de San Juan, a la vista del Ministro de la Gobernación venido de Madrid y de militares de alto rango. Pero el temor y pavor era el mismo que los palmeros conservaban en lo más profundo de sus genes. Evacuaciones masivas de los vecinos de Las Manchas, Jedey y Puerto de Naos, mientras el poeta decía:
"Muchas madres preguntaban
en donde estaban sus hijos
sin saber en punto fijo
el sitio donde se hallaban"
Comenzaba el reparto diario de alimentos a los damnificados que habían perdido todo:
"500 gramos de patatas, 150 gramos de judías, 200 gramos de plátanos, 250 gramos de gofio, 200 gramos de calabaza y 50 gramos de cebollas y tomates".
De nuevo las gentes miraban al cielo suplicando clemencia. Aquellas gentes temían con más grande dolor, si cabía aún, que la pequeña ermita de San Nicolás, donde sus antepasados y ellos crecieron en la fe cristiana, y el pequeño cementerio que guardaba los restos de sus familiares, fueran arrasados por tan diabólico fenómeno de olor sulfuroso. Sacaron presurosos imágenes y ornamentos sacros y quiso el cielo que así no fuera y en su paso desbastador el volcán respetó iglesia y cementerio y el pueblo agradecido lo llamó el "volcán caballero".
Hoy, una hornacina con la Virgen de Fátima recuerda que la lava negra que amenazó la iglesia cambió allí su rumbo. El obispo Pérez Cáceres dispuso que en todas las iglesias de la Diócesis se celebraran rogativas para implorar del Altísimo el cese del infortunio que padecía la isla. La patrona de la isla la Virgen de las Nieves, salió como excelsa madre de todos los palmeros de su casa del monte a ver, junto a sus hijos, la bravura que las fuerzas telúricas derramaban también por el naciente de La Palma. La iglesia de San Pedro de Breña Alta fue su cobijo y cuenta la décima que se apagó la feroz boca del volcán, cuando la Virgen continuaba su camino hacia Santa Cruz de La Palma:
"El veinte y seis ya cesó
la boca de echar la lava,
en ese día se encontraba
caminando en procesión
que desde la Concepción
para la ciudad bajaba"
Terminando el mismo poeta viendo la intervención de la Virgen:
"Pueblo tu que saber quieres
cual es esa milagrosa
y yo te digo en mi prosa
fue la Virgen de la Nieves.
Esa que llamarla puedes
en cualquier agonía,
a su Santo Hijo pedía:
Hijo mío con tu poder
¡cálmalo si puede ser!
¡cálmalo este mismo día"
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